domingo, 14 de junio de 2015

Un semestre intenso

Y casi sin darnos cuenta, se nos fue la primera parte del año. Intensa primera parte del año.

El arranque de la Copa América, provoca la interrupción de las competencias entre clubes (nacionales e internacionales), por lo que es un momento propicio para ensayar una suerte de balance.

El jueves 15 de enero de 2015, Estudiantes de La Plata comienza su año futbolístico, en un encuentro de verano: cae uno por cero contra Independiente.

Veinte días después, y gracias a la victoria de Boca sobre Vélez, el equipo, que por ese entonces dirigía Mauricio Pellegrino, hace su presentación en la fase inicial de la Copa Libertadores de América,  en Ecuador, enfrentando a Independiente del Valle: también sería derrota por la mínima diferencia.

Una semana más tarde, la caída en tierras ecuatorianas quedaría en el olvido, tras una contundente victoria por cuatro goles en condición de local: Estudiantes de La Plata volvía a disputar la fase de grupos de la Copa más hermosa que haya podido existir por estos lares.

Los cuatro siguientes partidos fueron victorias: Arsenal  y Godoy Cruz por el torneo local, Barcelona de Ecuador, en la competición internacional, y el clásico de la ciudad en condición de visitante. Un valioso empate en Colombia, frente a Atlético Nacional de Medellín, cerraba un arranque prometedor.

Pero aquello que pintaba tan bien, de a poco, o no tanto, fue viniéndose abajo. Como si alguien hubiese volteado una pieza del dominó, que, una a una, fue derribando a las demás piezas, así fue cayendo el rendimiento del equipo y los resultados, por carácter transitivo, empezaron a ser negativos.

Derrota de local contra San Lorenzo, con gol de Barrientos desde la casa incluido. Derrota frente a Libertad, en Paraguay, por copa, cuando todos pensaban en un empate, pero no contaban con el error de Desabato, para quedarse con las manos vacías. Empate en La Paternal, ganando 2 a 0, gracias a una infantil expulsión de Damonte, que dejó a un equipo que sentía la acumulación de partidos en sus piernas con uno menos, y una errada decisión del entrenador, que con sus cambios, retrasó las líneas tan cerca del arco propio como fuera posible, sin tener en cuenta el déficit del equipo a la hora de defender cerca de su arquero. Derrota en condición de local contra Banfield, tras empezar ganando el partido por uno a cero. Nuevamente el equipo, luego de ponerse en ventaja, se retrasó y, como contra Argentinos Juniors, desnudó sus errores a la hora de defender. Para colmo de males, tras el partido, el capitán del equipo declara que el merito fue del dt rival, que fue audaz y buscó el partido…algo no andaba bien en ese vestuario. Derrota vergonzosa en la bombonera por tres a cero, con expulsiones infantiles incluidas de Auzqui y Aguirregaray y con un equipo desalmado, sin ideas, sin actitud, ni respuestas físicas. Allí debió terminarse el ciclo Pellegrino, porque no se vislumbraba una posibilidad real de retomar la senda de las victorias, porque había una evidente desconexión entre lo que pedía el dt y lo que los jugadores entregaban. Lejos estamos de saber cuáles fueron las razones de tal cortocircuito.

Pero Pellegrino no se fue en la Boca, sostuvo una posición inflexible, convencido de que podía revertir la situación, ante la mirada de una Comisión Directiva que esperaba la renuncia del cordobés.
Un cuerpo técnico cegado, jugadores que ya no creían en lo que hacían dentro del campo y una dirigencia esperando que lo inevitable llegara sin tener que tomar ellos mismos la decisión.
Nada bueno podía salir de ese cóctel. Y nada bueno salió: empate de local con Racing, derrota (de local, también) frente a Atlético Nacional de Medellín, derrota (nuevamente vergonzosa) a expensas de Tigre, en Victoria.

A la directiva no le quedó otra alternativa que despedir a Mauricio Pellegrino.

Luego de un empate a uno contra Rosario Central, en La Plata, partido en el cual pudimos ver a varios jugadores de las divisiones inferiores, dirigidos por Nelson Vivas, la dirigencia toma una decisión muy cuestionada por varios simpatizantes, eligiendo como director técnico del primer equipo a Gabriel Milito. Gran parte de la tribuna vincula a Milito con el menottismo y, desde ese prejuicio, reprueba la elección de Juan Sebastián Verón. Ya hemos sentado una posición al respecto: actualmente se está dando un debate muy rico en el seno de la familia pincha, hay cuestiones que se ponen sobre la mesa, que se discuten y se analizan tras la llegada de Milito. Próximamente, abordaremos ese tema, muy interesante, sobre la cultura de nuestro club, sobre qué somos realmente, qué nos identifica. Ahora volvamos al balance.

Milito debuta el 21 de abril de 2015 en Ecuador. Estudiantes de La Plata debía ganarle a Barcelona, de visitante, para pasar a los octavos de final. Fue victoria, 2 a 0, en la presentación en sociedad del flamante entrenador.

A partir de allí, el día a día de Milito en el club ha estado plagado de cuestionamientos, de prejuicios y criticas (razonables varias, de las otras, otras tantas). Lo cierto es que el equipo empató en Bahía Blanca, le ganó 2 a 1 a Independiente Santa Fe de Bogotá en el partido de ida correspondiente a los octavos de final de la copa, ganó de local ante Temperley, quedó eliminado de la competencia internacional en Colombia, tras un 2 a 0 y un planteo más parecido a lo que hubiera hecho Pellegrino que a lo que pregona Milito. Victoria en Rafaela, chato empate con Colon en La Plata, agónica y Carrillesca victoria por copa argentina, victoria ante Defensa y Justicia. Cuarenta y ocho días, nueve partidos, seis victorias, dos empates y una, dolorosa y definitiva, derrota.

Nótese que, hasta aquí, no hemos realizado un juicio de valor sobre la era Milito. Solo nos limitamos a describir sus números, tan importantes para cualquier resultadista. Ya vendrá el tiempo del análisis.

Un semestre intenso. Que termina de una manera traumática, con la salida de un entrenador que se sostuvo en el cargo por mucho tiempo, para lo que es el fútbol argentino, que potenció a varios futbolistas y le permitió al club venderlos en buenas cantidades de billetes verdes. Los dos años de Pellegrino en Estudiantes de La Plata no merecían ese final, pero más que lamentarnos por lo sucedido, será más importante reflexionar sobre las causas que derivaron en ese desenlace. ¿Qué sucedió para que el equipo no consiga los resultados esperados?

El plantel

Finalizado el año 2014, Mauricio Pellegrino pidió reforzar tres puestos puntuales: el dt solicitó un arquero titular (tenia nombre y apellido: Guillermo Sara), un central (era Barissone, joven y en franca evolución) y un reemplazo para Joaquín Correa (con características muy distintas, llegó Leandro Gil, quien fue pedido por el dt).

Lejos de complacer el pedido de Pellegrino, la dirigencia, encabezada por Veron y Alayes, decidió armar otro tipo de plantel. Llegaron apuestas, como Rossi para el arco, Barbona para el mediocampo y Rosso para el sector de ataque. Pero además se sumaron jugadores con cierto cartel, cierta trayectoria: Alvaro Pereira, Juan Sanchez Miño, Sebastian Dominguez, Luciano Acosta y Rafael Delgado (el orden de redacción guarda cierta relación con el gusto de quien escribe).

Lo cierto es que el dt no se encontró con lo solicitado. Y esto puede pasar. El dirigente es el que toma decisiones, el que debe elegir el camino a seguir. En ese proceso decisorio, puede alinearse con la idea del entrenador o puede pensar distinto. En el segundo caso, para que no se genere un conflicto de intereses, deben llegar a un acuerdo. Evidentemente no lo hubo.

Viéndolo seis meses después, podríamos decir que Pellegrino no estaba tan equivocado. El arco nunca tuvo un dueño natural: Hilario (que terminó atajando por encima de lo que uno esperaba) se ganó la titularidad sin demasiado esfuerzo (Silva ya no tiene nada que hacer en Estudiantes de La Plata y Rossi tenía más su cabeza en el Mundial Sub 20 que en City Bell); la zaga central fue de lo peor del equipo: Desábato y Domínguez conformaron una dupla lenta, imprecisa, floja a la hora de fijar las marcas y brindar seguridad. La ausencia de Correa no se sintió tanto porque Guido Carrillo jugó con nuestra camiseta este semestre: ya te extrañamos Guido. El mediocampo fue una zona sin nombres fijos: Damonte (que ganó terreno por el bajo nivel de Gil Romero y no pudo sostener un buen nivel que lo afirme como titular), Sanchez Miño, Auzqui, Acosta, Gil, Gil Romero, Barbona, entre otros, se rotaron en esa zona de la cancha sin destacarse, sin ofrecer un nivel superlativo sostenido en el tiempo.

En síntesis, la conformación del plantel, decisión absoluta de la dirigencia, fue deficiente: un desbalance marcado, demasiados mediocampistas (algunos con cierta chapa que no se ha traducido en rendimientos destacados), muy pocos defensores centrales (los titulares 35 y 36 años), un arquero con experiencia que no transmite plena confianza.

Aquí encontramos la primera causa de lo ocurrido.

Condición Física.

Creer que hay un solo responsable es buscar el atajo y no es nuestra intención.

La forma física mostrada por el equipo, en estos primeros meses del año, ha sido la gran falencia del cuerpo técnico saliente.

Un equipo que no podía sostener el ritmo de juego por más de 30 minutos, que comenzaba los partidos con una presión alta y terminaba defendiendo al lado de su arquero, pidiendo por favor que el árbitro termine los partidos. Un equipo sin piernas.

Ninguna estrategia podrá desarrollarse eficientemente si los jugadores no están preparados como corresponde desde el punto de vista físico y aquí debemos ser absolutamente justos: el cuerpo técnico conducido por Pellegrino es el gran responsable de una mala preparación física de este plantel.

Lo cierto es que Pellegrino y su grupo de trabajo ya no forman parte del club. Solo nos queda esperar que Milito y su cuerpo técnico corrija este aspecto vital.

Segunda, pero no ultima ni menos importante, razón que explica lo sucedido.

El rendimiento individual

Ya hemos señalado errores dirigenciales y del cuerpo técnico. Ya hemos dicho que el plantel estuvo mal armado y la preparación física dejó mucho que desear. Ahora pongamos el foco en ellos, en los jugadores, que algo de responsabilidad necesariamente deben tener.

Hemos sido testigos de niveles de rendimiento muy bajos.

Empezando por Desabato, Domínguez y Damonte, tres de los más experimentados y, a la vez de los más flojos. Es realmente cierto que Domínguez, en los últimos partidos, ha levantado un poco su nivel, pero lejos esta de aquel que supo ser. Quizás con una pretemporada más exigente puedan aportar más de lo que dieron en este semestre, que fue poco.

Pero no han sido los únicos que quedaron en deuda. Tres de las caras nuevas han rendido por debajo de las expectativas que a varios les generaban: Sanchez Miño, Gil y Acosta no han cambiado la ecuación en demasiadas oportunidades. Si bien los tres, en algún que otro partido, contribuyeron con buenas actuaciones, han sido discontinuos, como el equipo en su conjunto. Seguramente, Milito apuntará a que se afiancen y puedan sostener un buen nivel a lo largo de la segunda mitad del año.

Hay otros casos particulares. Ezequiel Cerutti comenzó siendo una pieza clave y, con el correr de los partidos, terminó con una imagen un tanto desdibujada. Sin dudas, es un gran jugador que puede marcar diferencias notorias. Carlos Auzqui sigue soportando las críticas y manteniendo un lugar entre los once titulares en base al sacrificio: sigo pensando, desde el mayor de los respetos, que la entrega es necesaria pero no suficiente, Auzqui se brinda al máximo de sus posibilidades pero no es una solución determinante en ninguna faceta del juego. Gil Romero, paulatinamente, va recuperando su nivel, pero deberá mejorar mucho más rápido si quiere quedarse con el centro del campo. Leo Jara jugó en mas posiciones que ninguno, siendo rueda de auxilio en la defensa, el medio e, inclusive, en el ataque, como extremo derecho: es indispensable que el entrenador le encuentre un lugar para focalizarse y no deambular por la cancha. Hilario alternó buenas y malas, no brindó confianza pero tampoco fue protagonista de graves errores. Shunke quedó muy relegado. Los laterales uruguayos aportaron temperamento y actitud, pero no mucho más que eso. Vera jugó poco y le alcanzó para exigir titularidad.

Así las cosas, Estudiantes de La Plata deberá afrontar la segunda parte del año con vistas a mejorar el rendimiento de este primer semestre.

Milito llegó con una idea distinta a la de Pellegrino: salida por abajo, en la medida de sus posibilidades; tenencia de pelota; juego de pases en busca de la superioridad numérica. Sin dudas, para desarrollar ese tipo de juego, se necesitan jugadores con determinadas características. En estos 9 partidos, quedó demostrado que no todos los integrantes de este plantel están en condiciones de desarrollar esta idea. Caerle a Milito por jugar de esta manera en estos 9 partidos, en donde ganó 6 de los 9 disputados, asoma como un tanto desproporcionado. Desde aquí creo que el dt utilizó estos partidos para llegar con su idea a la mayor cantidad de jugadores posibles. Es ahora, en el receso, donde deberá tomar decisiones importantes (apoyado por una directiva que asume un riesgo alto contratándolo) y quedarse con aquellos elementos que puedan darle buenos resultados. Si luego de la pretemporada, insiste con esta manera de jugar, sin tener los recursos pertinentes, estaremos en condiciones de criticar al entrenador en tanto estaría ponderando las formas por sobre el fondo. Hasta ese entonces, elegimos darle la oportunidad de demostrar qué clase de director técnico es.

Estudiantes de La Plata tiene un semestre por delante en donde solo jugará el campeonato local y la copa argentina. Se deberán tomar decisiones importantes para que el tropezón del semestre que ha pasado no sea más que eso. Pensar en una renovación del plantel (con esto queremos decir caras nuevas, venidas desde abajo o desde afuera, pero nuevas), en un armado mejor balanceado y una preparación física y táctica a la altura de un equipo de primer nivel, con jugadores que se brinden al máximo de sus posibilidades por estos colores que tanto amamos.

Que así sea.


7 abrazos.

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