domingo, 29 de mayo de 2016

Un precio



“Seguimos subidos todos en un globo 
buscando acomodo sin poder bajar 
y nunca ha faltado quien le ponga el precio 
al silencio, al tiempo, a la luz, a la paz” 


“¿Y cuando empezó todo a tener un precio?”...El autor de la canción se pregunta y nos pregunta. Quien escribe, esta lejos de la respuesta. Pero sabemos que en la actualidad, lamentable y fatalmente, todo tiene un precio.

Estas palabras, mas que enojo, llevan un alto grado de tristeza, de brutal realismo.

Otra vez el tipo se va, otra vez buscando un mejor rédito económico: primero México, después Estados Unidos, ahora se supone que Chile. Por lo menos, tuvo la delicadeza de no cruzarse a una vereda cercana, de por acá nomas. Tomo eso como un pequeño gesto, para nada el que esperaba y esperábamos, pero gesto al fin.

La tentación de convertir el relato en despecho es tan grande...porque grande es el cariño, entonces uno se siente traicionado, defraudado. Hay que entender que todo tiene un precio.

Ninguno de nosotros esta en condiciones de juzgar las decisiones del tipo ¿quienes somos para meternos en su bolsillo? ¿quienes para opinar de su economía? Además, siempre hay una parte del cuento reservado solo para los protagonistas...”los de a pie” llegamos a enterarnos hasta donde ellos quieren.

Rescato si, la sinceridad. Porque realmente creo que no hay engaño en sus palabras. Sinceramente creo que tiene un gran afecto por nosotros, por el club. Sin dudas es acá donde mas a gusto se siente, donde mejor lo tratan y en donde mas feliz ha sido trabajando. Pero todo tiene un precio. Y, otra vez, alguien pago el suyo.

“Tengo una oferta imposible de igualar”...nada podemos hacer contra eso...es como esa persona que te dice “vos sos el amor de mi vida, pero aquel…aquel me da casa, comida, viajes al exterior...” En algún tiempo volverá o querrá volver y seremos nosotros los que deberemos abrirle nuevamente las puertas, o decirle “lo siento, te necesitaba aquella vez, cuando te fuiste pleno, jodidamente pleno”...y él deberá entenderlo porque fue él quien propuso este juego...bah, ni siquiera él...es el negocio, así son las reglas de este juego, que de juego cada vez menos...es un negocio y entendámoslo así...de hecho, probablemente, nosotros en su lugar haríamos lo mismo o seriamos peores...quizás nuestro precio al lado del suyo sea una oferta de feria. “Si yo estuviera en su lugar...” pero pasa que no estás en su lugar, por eso es SU lugar y no TU lugar.

Sucede también, que hay un "culpable" en todo esto. Alguien que cumplió aquella frase que toda regla tiene una excepción. Comparar a cualquier otro con él seria injusto, porque por algo el tipo esta un escalón arriba del resto, por algo muchos, muchísimos, lo ubicamos por encima de los demás. No seria lo que es si no hubiese vuelto cuando volvió y como volvió. Esa es una vara imposible de utilizar con cualquier otro. ¿Tenía resuelta su vida económica y la de varias generaciones por venir? Sin dudas que si, aunque podría haberse asegurado varias generaciones mas si se quedaba del otro lado del mundo...en cambio decidió regresar y no irse mas. Llegó un momento en el que nadie mas pudo pagar su precio.

El tiempo pasará y solo nos quedarán grandes recuerdos, hermosos goles, exquisitas asistencias, inolvidables jugadas. Aunque siempre habrá algún memorioso que nos hará acordar de la noche de ayer, cuando decidiste ponerle un precio a tu sentimiento y conseguiste el financista que te lo compre.

Definitivamente te deseo lo mejor, porque no se puede desearle otra cosa a alguien que a uno le dio algunos de los mejores momentos de felicidad.

Las despedidas suponen un grado de tristeza y esta no es la excepción.


Todo tiene un precio... tu fútbol me compro.


7 abrazos!

1 comentario:

  1. Manu, comprendo tu tristeza y la de muchos en este momento, pero personalmente creo que no es la forma correcta de analizarlo.

    Lo que para nosotros es un sentimiento -y más que eso, una pasión- para los jugadores es su profesión, su medio de vida, su trabajo.

    Es cierto que en muchos casos esa relación de los jugadores con la institución y con la gente (nosotros) genera en ellos cierto sentimiento de pertenencia, de identificación, de agradecimiento. Pero ese sentimiento, si lo hay, jamás será equivalente a una pasión.
    La vida por los colores la damos nosotros, ellos no.

    Tenemos afortunadamente un caso -excepcional- de alguien que recorrió el camino inverso: empezó por el sentimiento (en su caso, como el nuestro, una pasión) y luego se puso la camiseta. La que tenía que tenía tatuada en el alma cuando nació.
    Pero repito: es la excepción y como tal no sirve como parámetro.


    He vivido muchos alejamientos de próceres Pincharratas, verdaderas leyendas en varios casos. Y el tiempo me ha enseñado que parte de la grandeza que tiene Estudiantes radica en saber siempre superar el vacío y la angustia que dejan los ídolos cuando se van.

    Un día se fue Zubeldía, con todo lo que eso significaba, y después llegó Bilardo.
    Y cuando se fue el entrañable Doctor -que se fue y vino varias veces- el tiempo nos trajo a Sabella...

    Un día se fue el Toro Calandra y después su lugar lo ocupó Pachamé, y luego Russo, y luego el Chapu, y hoy Ascacíbar. Hasta que se vaya.
    Se fue Ogando para que viniera Poletti; se fue Poletti para que viniera Andújar.
    Se fueron Los Profesores, se fue Infante, se fue Pelegrina, se fue Madero, se fue el Ruso, se fueron las Brujas, se fue Mangano...
    Y sin embargo, aquí estamos hoy: con once estrellas en el pecho, terceros en el país y con dos copas internacionales por delante.


    Porque el Club es mucho más que cualquiera de ellos.
    El Club es más que todos ellos juntos.
    Y su permanencia como institución -y objeto de nuestros desvelos- depende de que tengamos bien claro esto.

    Estamos orgullosos de nuestros jugadores y de nuestros ídolos, algunos verdaderos genios que revolucionaron el fútbol y que se identifican para siempre con nuestros colores y con nuestra filosofía.
    Los recordamos, los veneramos y los sentimos nuestros. Nos emocionamos evocando lo que hicieron por Estudiantes y asimilando todo lo que nos legaron.
    Pero no somos sus viudas.

    Somos Estudiantes de La Plata. Nada menos.

    lionheart


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