El resultado fue muy generoso con Estudiantes
de La Plata. Fue victoria y eso es lo más importante. El gol de visitante
adiciona dificultad a una serie complicada por sí misma, pero no nos quejemos:
pudo ser haber sido peor.
El equipo de Gabriel Milito ofreció dos
versiones distintas en un mismo partido: fue un equipo en el primer tiempo y
otro, muy distinto, en la segunda mitad.
Intensidad, presión
alta y juego directo.
El partido comenzó con un ritmo frenético y
desordenado. Los primeros diez minutos mostraron un desborde de energía que fue
posicionándose en niveles altos, pero sensatos. Estudiantes de La Plata era un
aluvión en esos primeros minutos y, con el correr de los mismos, fue ordenándose
y encontrando los espacios para quebrar el cero.
Una presión muy alta, tapando la salida del
rival cerca del área contraria, y un buen achicamiento de los espacios,
provocaron que el equipo tuviera un muy buen primer tiempo: Sánchez Miño era el
eje de los avances; Auzqui y Aguirregaray, por derecha, Acosta y Pereira, por
izquierda, aportaban desborde y profundidad. No se apreciaba una tenencia de
pelota horizontal y lenta, sino que era un juego directo, vertical, con poca
lateralización.
Defensivamente, no se vivieron mayores
contratiempos, salvo una salida de tiro libre imprecisa de Sebastian Domínguez…solo
un adelanto de lo que vendría en los segundos cuarenta y cinco. El rival no
encontraba la manera de neutralizar el juego directo, por lo que pensar en un
ataque punzante, para ese entonces, era una utopía colombiana.
Los goles llegaron como consecuencia de un
ataque sostenido, intenso, profundo y determinante: Auzqui (de muy buen
rendimiento) primero y Carrillo (otra vez, el mejor de la cancha) después,
plasmaron en el resultado la diferencia notoria que se había presentado en esa
primera escena.
Falencia física y
fallas centrales.
Resulta algo complejo encontrarle un
argumento lógico a un cambio tan radical, tan abrupto, drástico.
En el segundo tiempo, se vio un Estudiantes
de La Plata totalmente opuesto al del primer tiempo.
Un equipo que ya no ejercía una presión alta
ordenadamente, sin contención en el mediocampo y con serios errores en la zaga
central, fueron los condimentos que generaron un desconcierto global que,
generosamente, sólo devino en el descuento visitante (gracias a Navarro, la
ineficacia del rival y alguna dosis de fortuna, siempre necesaria).
Ahora bien, lo verdaderamente importante es
detectar las causas y encontrar soluciones a estos problemas.
La condición física aparece como una de las
principales razones por las cuales el equipo no pudo sostener un ritmo como el
del inicio. Si bien no podemos pretender que se mantenga una intensidad tan
alta durante todo el partido, lo que se percibió fue un agotamiento muy severo,
una merma física muy preocupante, que difícilmente se pueda mejorar en medio
del baile. Entonces ¿Qué hacemos? Cuando el físico no da para presionar en la
zona alta, el camino más recomendable parecería ser replegarse: juntar líneas
para achicar espacios y defender sin pelota un poco mas cerca del área propia para
que, una vez que se recupera, apostar a una tenencia mas densa, menos vertical,
con mayor elaboración (Estudiantes de La Plata versión Campeón 2010): ir del
juego directo a un juego con mayor lateralización en zonas medias, lejos de
nuestro arco, para reducir los riesgos y buscar el momento justa para
verticalizar. Alguno, con razón, me podrá decir “este equipo, las veces que defendió
cerca del arquero propio, defendió mal”. Definitivamente cierto: partidos como
los jugados contra Argentinos Juniors o Banfield, demuestran que hay
dificultades a la hora de proponer una defensa retrasada. El desafío entonces será,
por un lado, mejorar físicamente, para sostener el mayor tiempo posible la presión
alta y, por el otro, cuando esto no se pueda hacer (por merma física o porque
el rival prevalece) brindar una mejor defensa en la zona baja, que se retrase y
se compacte de una mejor manera.
Una segunda causa, que explica el bajo
rendimiento, es el bajo nivel individual de algunos futbolistas que se
desempeñan en posiciones clave de la defensa. El rendimiento individual de la
zaga central fue bajísimo: tanto Desábato como Domínguez mostraron lo peor de
su repertorio (lentitud, falta de oportunidad para cortar avances, errores
altamente riesgosos en las entregas). A estos dos jugadores, debemos sumarle un
segundo tiempo para el olvido de Damonte: desorden, falta de contención en el
mediocampo, decisiones equivocadas en la salida. Es cierto que tampoco fue
bueno el aporte defensivo de Gil, quien no brindó demasiado apoyo en la
recuperación. En ese contexto, tampoco prevalecieron los jugadores de creación:
Acosta se perdió por la banda izquierda, Sánchez Miño (notoriamente cansado)
dejó de gravitar por el centro y los ingresos de Jara y Vera no aportaron
demasiadas soluciones. Volviendo a los tres jugadores señalados en primer
término (Desabato, Domínguez y Damonte), lo realmente sorprendente es la falta
de criterio en ciertas situaciones de juego, mas teniendo en cuenta que estamos
hablando de jugadores experimentados, con una gran trayectoria y con pruebas de
sobra de sus capacidades técnicas. Las pérdidas de pelota, en zonas altamente
riesgosas, fueron un denominador común del trío, cuestión que necesariamente
deberán corregir. El equipo, con el resultado a favor, necesitaba pases
seguros, salidas asumiendo el menor grado de peligrosidad posible y no siempre
fue así. Muchos atribuyen esto a una bajada de línea del entrenador, que,
supuestamente, insiste en salir, a como de lugar, por el piso. Lo cierto es que
en el primer tiempo esto no fue así: cuando se pudo salir por el piso, se hizo,
pero cuando la jugada pedía una pelota larga, también se utilizó este recurso.
En el segundo tiempo, con un rival lanzado a la presión alta, en la mayoría de
las salidas, la mejor opción era un pase largo para la bajada de Carrillo o
para alguno de los laterales (ya que Independiente bloqueaba a los centrales y
el mediocentro con tres hombres, dejando tres mediocampistas con cuatro
jugadores de Estudiantes disponibles –Pereira, Gil, Sánchez Miño, Aguirregaray-
y cuatro defensores con nuestros tres atacantes). Pero no siempre fue así: mas
de una vez se asumieron riesgos innecesarios, intentando salir desde abajo,
cuando el rival estaba al acecho (de hecho, por pases mal ejecutados, se
generaron gran cantidad de opciones de gol para la visita).
El poco tiempo de trabajo, desde luego que también
atenta contra el rendimiento que un equipo puede ofrecer: Milito ha llegado
hace muy pocos días y, seamos justos, bastante ha hecho en lo que va de su
estadía en City Bell. Se identifica un cambio de actitud, mayor determinación y
una evidente modificación en algunas cuestiones tácticas y estratégicas. Lo que
personalmente me inquieta es escuchar ciertas declaraciones del DT como “en el
segundo tiempo perdimos la pelota, no pudimos prevalecer y sostener la
intensidad”…eso lo vimos todos, el tema es qué hacemos para solucionarlo. Si el
DT identifica un rendimiento por debajo de lo deseable debe generar un cambio
para encontrar una salida: Milito paso de un 4 3 3 a un 4 4 2 (y creo que con
esa decisión intentó darle respuesta al escenario adverso), pero el equipo no
acusó recibo y quedó en el medio del camino entre seguir presionando arriba (físicamente
imposible) y esperar mas atrasados. Sin dudas que con tiempo de trabajo esto
podrá mejorarse como algunas otras cuestiones como la marcación de la pelota
detenida. El descuento colombiano llegó tras un centro de Omar Pérez: la pelota
fue al corazón del área y la defensa no respondió adecuadamente, el rival entró
solo por el centro, el arquero no salió a tiempo y la pelota terminó en gol. El
DT reconoció que propuso una marca en zona con alguna asignación específica: el
punto es que en zona, hombre a hombre o
mixta, la defensa de la pelota parada debe ser corregida.
El partido del viernes servirá para ver a
algunos jugadores y comenzar a pensar en que puedan llegar a ser considerados
para el equipo que jugará en la altura de Bogotá (Jara de central, Gil Romero
como mediocentro, Barbona o Román Martínez como variantes para ocupar lugares
como interiores).
El próximo martes, Estudiantes de La Plata se
jugará el pasaje a cuartos de final de la Copa Libertadores de América. Esa
Copa que no te espera, que no te da segundas oportunidades. Ahora no existe
mañana, no hay revancha y el equipo lo sabe. Solo nos queda confiar en que, a
fuerza de trabajo, se podrán lograr los resultados que todos esperamos.
7 abrazos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario