“Entramos once y terminamos los once,
el arbitro no existe, tenemos un plan
y hay que llevarlo adelante”
“Ponés el equipo alternativo en
La Paternal y te traes un punto. Firma acá”. Creo que todos hubiésemos firmado,
o la gran mayoría. Pero, como dijimos en entradas anteriores, todo tiene un
contexto, las situaciones se encuadran dentro de un ambiente determinado.
El partido comenzó de muy buena
manera: penal a favor, gol de Mendoza.
Estudiantes de La Plata no cedió
terreno: presionó con sus líneas bien arriba, obligó a los defensores locales a
saltear el pase a Ledesma. El local llegó con peligro real sobre el final de
ese primer tiempo: un cabezazo clarísimo que todavía no se sabe como no fue
gol. Pero no lo fue, que es lo importante. El punto más alarmante de esa
primera mitad, sin dudas, había sido la floja respuesta de la zaga central: ni Domínguez,
ni Desabato brindaron seguridad con un ataque rival poco punzante.
El segundo tiempo no pudo
comenzar mejor: pelota a las espaldas de los centrales locales y aparición de
Carlos Auzqui (de lo mejor del partido, le habían cometido el penal y ahora
ponía el dos a cero de cabeza). Todo parecía encaminarse hacia una victoria.
¿Cómo puede terminar en empate un
partido que hasta ese momento era tan favorable? Falta de inteligencia
individual, bajos rendimientos y error desde el banco en la elección de la
estrategia de cierre.
El equipo rival, exigido por el
resultado, se volcó sobre el campo de Estudiantes de La Plata y descontó rápidamente:
una jugada con demasiados errores individuales como para que no se produjera la
reducción de la diferencia. Acosta traba livianamente y no puede recuperar el balón
en tres cuartos de cancha rival, Domínguez se agacha y deja pasar la pelota,
Rosales no cierra correctamente y Silva no achica los espacios del área.
Imposible que no sea gol. Primera muestra de “bajos rendimientos”.
Pero esto no fue nada. Solo el
comienzo. Un minuto después del gol mencionado, Israel Damonte es amonestado
correctamente. Y aquí aparece la falta de inteligencia individual. Un jugador
experimentado, con varios partidos en el lomo, en un equipo alternativo, que lo
tiene como referente (dentro y fuera de la cancha) y que va ganando dos a uno, comente
una nueva falta tres minutos después de la primer amonestación (si, tres
minutos después). Inadmisible. Inexplicable. Doble amarilla. Roja. Otra vez
Estudiantes de La Plata con un jugador menos para cerrar un partido. Como en el
Bosque (en ese partido Jara vio la roja). Alguien dijo alguna vez que en el
futbol era muy importante tener equilibrio emocional porque “El fútbol es como esas competencias donde se ponen las fichas de domino una al lado de la otra:uno empuja una ficha y empiezan a caer todas, si un integrante del plantel cae,caemos todos”. Estudiantes de La Plata se cayó, se vino a pique y
no perdió porque los partidos terminan a los 90 minutos mas el descuento, que
fueron 5. De todas maneras, seríamos injustos si sólo culpamos a Damonte: es
uno de los mas grandes responsables del resultado, si, sin dudas si. No es el
único.
Dos minutos después
de la expulsión del platinado, el cuerpo técnico decide mandar a la cancha a
Leo Jara en lugar de un intermitente Acosta (se ve que cuando se sienta en el
banco genera una expectativa que no se correspondió a lo que mostró dentro de
la cancha). El mensaje era claro: tratemos de ganar el medio campo con Jara y
Gil Romero (de buen partido, ojala sea el despegue para que vuelva al gran
nivel que alguna vez mostro). Mendoza quedaba un tanto aislado, pero contaría
con la asistencia de los dos mencionados mediocentros y Auzqui/Seijas por
fuera. La teoría barbara, la practica floja. El equipo no hacía pie, no podía
recuperar la pelota y la defensa cada vez se mostraba mas insegura: los
centrales seguían con una tarde-noche para el olvido, Delgado y Rosales eran desbordados permanentemente, el medio no prevalecía.
Evidentemente había
que tomar una decisión. Y Pellegrino la tomó. Y se equivocó. A los 25 minutos
del segundo tiempo ingresa Shunke en lugar de Mendoza. El mensaje era mas claro
que nunca: defendamos. El mismo mensaje que contra Gimnasia. Pero ¿Por qué resultó
aquella vez y ayer no? Analicemos: aquel era el equipo titular, éste era el
muleto. Aquel tenía en el arco a Hilario, este a Silva. Ayer la zaga central
era algo bastante parecido al espanto, por aquel tiempo se mostraba solida.
Contra Gimnasia no se resigno el ataque (tal es así que el partido lo sentencia
una corrida de Cerutti, a pase de Román Martínez).
Ahora, pensemos
¿tenia otra opción Pellegrino? Y…tenía a Gil en el banco. Podría haberlo puesto
al colorado por Seijas o Auzqui para insistir con el intento de ganar el medio
de la cancha, para “sacar” al equipo de la proximidad de Silva y jugar el
partido lejos de una defensa insegura, errática. Mas de uno dirá que es fácil decirlo
sentado en un cómodo sillón, un día después, con el resultado puesto. Si, lo
es. Sucede que los partidos se analizan: antes, durante y después. Y el punto
es que Pellegrino no se equivoco porque empató, de ninguna manera. Se equivocó
porque eligió cerrar el partido dándole el protagonismo a la zona de la cancha
que peor estaba rindiendo. Es mas, ni siquiera el cambio per se esta mal
hecho. Tranquilamente podría haber armado el mismo esquema pero unos metros mas
adelante, defender más cerca del centro del campo. ¿Los jugadores inconscientemente
se tiraron atrás? Puede ser, el cambio fue muy drástico (central por
delantero).
Como sea,
Estudiantes de La Plata se trae un punto de La Paternal. Pudieron ser tres. También
pudo ser nada. Graves errores individuales y un error estratégico para prestar
atención.
El miércoles tendrá
revancha y deberá estar a la altura de las circunstancias si quiere seguir con
vida en la Copa Libertadores de América. Aprender de los errores es una gran
virtud que, todos esperamos, este plantel tenga.
7 abrazos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario