Estudiantes de La Plata debe
mejorar. Encontrar un mejor funcionamiento. Solidificar un once titular. Si el
camino de esa búsqueda se transita con triunfos, todo es un poco más ameno.
Estudiantes de La Plata ha ganado
su segundo partido consecutivo, esta vez contra Godoy Cruz de Mendoza, dando
vuelta el resultado. Pero empecemos por el principio.
El primer tiempo fue bueno y, si
alguno un poco más generoso quiere, hasta muy bueno por momentos: control de la
pelota, vértigo, equipo corto que permitió evitar sufrimientos de contra. En
esos primeros cuarenta y cinco minutos se destacaron las subidas de Pereira por
izquierda (el uruguayo está elevando su nivel conforme transcurren los
partidos), el buen criterio de Gil para manejar el centro, las apariciones de Sánchez
Miño por derecha, lugar que le quedó muy incomodo al zurdo (si bien tuvo
algunos buenos aportes con pelotas entre líneas, quedo expuesta una notoria
dificultad para perfilarse para su pie más hábil). Pero nuevamente el mejor lo
encontramos en la delantera. Esta vez no fue Carrillo (que estuvo muy bien
marcado por los centrales mendocinos) sino Ezequiel Cerutti el que desequilibró
más que nadie: siempre picante, siempre listo para romper la defensa, tuvo dos
ocasiones de gol claras (una se fue cerca del palo derecho y la otra, la más
clara, fue muy bien contenida por el arquero del Tomba). Damonte mantuvo un
buen nivel con su entrega y sus quites (se lo ve más sereno, pero sin perder la
intensidad, y eso lo convierte en el mejor mediocentro de recuperación del
momento para Pellegrino), Barbona aportó poco, un tiro desde afuera y orden,
pero no fue desequilibrante y quizá esto se explique a partir de la mayor
intensidad de Pereira, quien dominó esa franja izquierda. Rosales estuvo muy
contenido en esa primera mitad, los centrales y el arquero trabajaron poco.
Flojo. Así fue el segundo tiempo
de Estudiantes de La Plata. Flojo. Y aquí aparece un tema importante a abordar
para que quede claro lo que nuestra escuela pregona. Muchos intentan
desacreditar nuestra posición de resultadista a partir de la creencia,
equivocada, digámoslo, que si se gana todo está bien y si se pierde todo está
mal. No mi amigo, no va por ahí, compañero. Se desarrolla una estrategia y una
táctica determinada, elegida a partir de un análisis de fortalezas y
debilidades propias, un estudio exhaustivo de los puntos fuertes y débiles del
rival y una revisión del ambiente. Todo eso con el objetivo último y único:
ganar. Pero ganar no anula, definitivamente no lo hace, por favor seamos contundentes
en esto, el ejercicio posterior de analizar el rendimiento del equipo. ¿Por
qué? Porque, quizá, la estrategia fue la correcta pero se puede mejorar; porque
no fue la correcta pero de todas maneras alcanzó para ganar, pero una
estrategia incorrecta puede servir una vez, dos a lo sumo, pero no sostendrá en
el tiempo una sucesión de buenos resultados. En fin. Cualquiera sea el
resultado, se analiza el rendimiento del equipo y el que le quiera hacer creer
que la victoria anula ese análisis lo quiere engañar o necesita repasar algunos
lineamientos zubeldianos (Zubeldia explicaba sus propias jugadas y
disposiciones tácticas. Cuando le preguntaron porque lo hacía contesto algo así
como “si los rivales logran neutralizarnos me van a obligar a pensar otras
variantes y así seremos mejores”…no sé si queda claro el mensaje).
Pero volvamos al sábado. Al
segundo tiempo. Ese equipo corto, que elegía las bandas para atacar y que
achicaba la cancha en el primer tiempo, mutó a un equipo largo, que comenzó a
desarrollar su juego por el centro del campo (el mismísimo DT reconoció que fue
un cambio de estrategia, que veía una buena defensa por banda del rival y pensó
que lo mejor era centralizar la ofensiva). A partir de esa búsqueda por el
centro, se originó el gol en contra: Sánchez Miño (un poco por incomodidad,
otro poco por displicencia) perdió una pelota en el centro del campo con el
equipo saliendo, lo que generó una excesiva distancia entre los mediocampistas
y los defensores centrales y ahí la cosa se complicó. Dos jugadores con mucho
oficio, tanto como años, sufren cuando los delanteros tienen la posibilidad de
correr lanzados con mucha cancha a su favor. Así lo hicieron los mendocinos, y así
convirtieron: ni Domínguez ni Desabato pudieron fijar la marca y, además,
Hilario no ofreció la mejor resistencia (la pelota no fue tan esquinada, de hecho
el arquero correntino alcanzó a desviarla pero no evitó que entre). Con el
resultado desfavorable el equipo empujó con más actitud que claridad y
consiguió el empate rápidamente tras un centro venenoso de Gil, que rebotó en
un defensor del Tomba, desorientando a toda la defensa. Alivio.
Con el empate, el equipo levantó
un poco el nivel: Pereira siguió siendo gravitante, Rosales comenzó a aportar
lo suyo, Damonte se adueñó del medio, Gil batalló más de lo que jugó. Pero el
punto de inflexión en el partido fue el ingreso de Acosta. El pibe juntó
líneas, encaró rivales, gambeteó, mostró rapidez y precisión. Parece que aun no
termina de convencer al DT para ser titular, pero si sigue en este nivel, será
cuestión de tiempo. Sánchez Miño se desdibujó por completo en la incomodidad de
la derecha. Carrillo no aparecía…hasta que apareció. Es que cada día esta más
nueve Carrillo, porque solo los nueve se pueden dar el lujo de desaparecer (hay
virtud del rival) durante todo un partido a excepción de una jugada, la que te
da la victoria. Mucho se discutió y se seguirá discutiendo sobre la infracción
del penal. Para mí no fue. Y me importa bastante poco, sinceramente: pensar que
los árbitros favorecen a Estudiantes de La Plata es cuanto menos alocado, pero
servirá para calentar la previa de un partido, está dentro de las reglas del
juego.
Mirando hacia el futuro, debemos
marcar que se encendieron algunas alarmas. La lesión de Domínguez es una mala
noticia desde todo punto de vista: el equipo había ganado claridad en la salida
con el ex Vélez. Ojala Shunke, sabiendo que corre desde atrás, mejore su nivel
en estos partidos que podrá jugar. Aguirregaray (no jugó por lesión) ordenado,
aporta algo más que Rosales, pero esa pelea es bien pareja (cuando Jara está a
disposición del entrenador ¿peleará ese puesto? Creo que no, que su destino está
en el mediocampo.) El gran problema sigue siendo la banda derecha del medio
campo: Sánchez Miño padeció esa posición, Auzqui aporta sacrificio que no es
poco, pero que no alcanza si se pretende dar un salto de calidad, Jara
lesionado es numero puesto en ese sector o, quizá, pueda sumarse al medio
Aguirregaray y Rosales ocupar la defensa. Damonte y Gil parece ser la dupla que
seguirá jugando en el mediocentro. Por izquierda Barbona dejó en claro que
puede aportar buenos momentos, más es evidente que Sánchez Miño vino a ocupar
esa banda y en el mano a mano, por jerarquía individual, es más que el ex
Chicago. Habrá que ver si Acosta gana minutos a fuerza de gambetas y toques
(pienso en el chiquitín por derecha y Sánchez Miño por izquierda. Es cierto que
se perdería marca por las bandas. Es una alternativa que se podría utilizar si
el partido lo demanda, de arranque será difícil). La última gran incógnita es
qué pasará cuando Diego Vera se recupere de su lesión ¿jugaran los tres
delanteros? ¿Se sentará en el banco el uruguayo o volverá Cerutti a ser
suplente? Una decisión complicada para Pellegrino, sin dudas.
Hay variantes. Hay un cuerpo
técnico que trabaja los partidos. También hay una gran cantidad de compromisos
en menos de un mes. Después de eso, veremos a donde nos encontramos. Por lo
pronto hay que mejorar. Si es ganando, mejor.
7 abrazos!
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