jueves, 22 de enero de 2015

Los extremos

Blanco o negro. Amigo o enemigo. Todo o nada.

Por estos tiempos, parece ser cotidiano toparse con un escenario de estas características: dos posiciones, tan marcadas como definitivas, intransigentes, irreconciliables, donde uno será constantemente situado en una u otra vereda, dependiendo de qué diga, cómo lo diga, donde lo diga…

No hay lugar para los que ellos (los que reconocen ser de un determinado color) denominan tibios, grises, cagones. Más sucede que hay tantos en los extremos como sujetos que intentan ir lo más cercano al centro posible y, luego de lanzar una opinión, ven como son enfrascados, sin miramientos, en uno u otro bando. Ocurre que resulta bastante más fácil ubicarse bajo determinada bandera y desde allí explicar cualquier tipo de acontecimiento: si algo sabe el ser humano en general y el argentino en particular, es argumentar, defender una opinión. Aunque el argumento sea un disparate, eso no importa, lo que importa es que uno ya eligió de qué lado estar (del bien o del mal, depende quien lo vea). Lo que importa es no quedar como un cobarde que no sostenga una postura supuestamente firme…

Me niego a pensar que ese sea el camino.

Quien escribe es uno de los tantos (porque hay muchos, sigo pensando que los hay) que intenta, con dificultad, con limitaciones y muy poca experiencia, llevar adelante el ejercicio de analizar aquello que lo interpela, que lo sacude y por lo cual, siente la necesidad de opinar. Insisto, sería mucho más fácil opinar desde una posición fanatizada, por la sencilla razón de que no habría que reflexionar: la posición está fijada mucho antes de que el tema en debate haya surgido. Lo único que importa, entonces, es buscar el argumento más sólido posible a fin de intentar que el otro perciba que uno tiene razón (LA razón). Pero en fin, no es el camino que muchos elegimos. Y por no tomar alguno de los caminos radicalizados, experimentamos una rara sensación: por momentos estamos del lado A o, en realidad, nos colocan del lado A; pero al siguiente tema, ese mismo sujeto u otro, nos coloca en las antípodas, y pasamos a ser parte del lado B. Así es que a uno le dicen panqueque y, en muchas ocasiones, hasta uno termina creyendo que lo es. Aunque pensándolo bien, se llega a la conclusión de que hay gente valiosa en todos los rincones, gente verdaderamente destacada y valorable que merece ser escuchada pero no para encolumnarse de manera idiota sino para elaborar una opinión lo más propia que se pueda. ¡Y que los otros hagan con esa opinión lo que quieran, que va!

Estudiantes de La Plata no es ajeno a esta dinámica, no escapa de esta problemática. Veronistas o Antiveronistas. Todos disfrazados de grandes seres objetivos. Como si un sujeto pudiera ser objetivo. Un sujeto puede ser reflexivo, analítico, apasionado, vehemente, pero nunca objetivo. Por eso, es lógico por ejemplo, que un anciano vea a Veron de un modo y un adolescente de otro: porque a cada uno, la persona y el personaje, lo atravesó de una manera diferente, significó algo distinto. Y quienes intentan acercarse a posiciones menos extremas son el banquete: si dicen que la negociación de Barisone es una mala gestión de la Comisión Directiva pasan a ser antiveronistas (ergo anti Estudiantes porque si vamos a exagerar, exageremos bien); pero al rato dicen que les parece bien que se compren porcentajes de jugadores juveniles en vez de traer a préstamo a jugadores caros y pasan sin escalas a ser aduladores de Veron ( anti Estadio, pro Pires…si si, de los dos lados); y, si se concreta el préstamo de Pereira y no están de acuerdo ¿Adivinen qué? Si, adivinaron.

Pero no pasa solo en la esfera institucional esta crisis de extremos o, también podrían decirse, este problema del medio.

Luego de 3 partidos amistosos (tomemos el concepto amistoso con el rigor que se merece: ni tan liviano, ni tan pesado…si, otra vez) se evidencia un déficit en la generación de juego del equipo y el sector apuntado es el medio campo: al equipo le cuesta el medio. Lo escribimos en la entrada anterior, las variantes que el DT puede llegar a elegir son muchas. Hasta el momento se inclinó por la que, bajo esta humilde óptica, más difícil es que surta efecto en el corto plazo. Hablamos del cambio directo de Cerutti por Correa, sumado a la elección de un doble centro con mas batalla que capacidad de distribución criteriosa (Gil Romero/Damonte). Pero volvamos a Correa. Por estos días se leen lamentos de todo tipo y son entendibles: será muy difícil reemplazar a un jugador que, por algo, ha sido adquirido por un equipo europeo en 10 millones de dólares. Aunque no estoy de acuerdo con la postura que sostiene que la falta de creación se explica a partir de la ausencia del tucumano. Correa, en poco más de 50 partidos, ha convertido 5 goles, asistió en 3 oportunidades y generó 11 situaciones de gol (los datos fueron aportados por @leotimossi, a quien le agradezco su generosidad). Es decir que Correa participaba activamente de la ofensiva del equipo cada 2 partidos y medio (Aclaración: las estadísticas sirven como elemento en el cual se sustente una opinión. La utilización es parte del intento por clarificar la postura, no justificarla de cualquier manera. No es la intención que la herramienta numérica sea vista como fuente de distorsión, más bien todo lo contrario). Entonces ¿podemos explicar el bajo volumen de juego de un equipo a partir de la falta de un jugador que generaba un desequilibrio ofensivo con la mencionada intermitencia? Correa es un joven futbolista con un potencial enorme. De esos pocos que deciden con sus acciones dónde llegará su techo. Física y técnicamente dotado con una capacidad por encima de un jugador promedio. Pero no ha sido el responsable absoluto de la creación de juego. Con él, seguramente se ha ido una parte importante del desequilibrio ofensivo, sin dudas. Pero no es la única explicación. El equipo no puede esperar de Cerutti (de los mejores en estos partidos) lo que tenía en Correa. No seriamos justos con el reemplazante, que tiene otras características, muy valiosas por cierto. Y es por eso, que desde aquí no nos termina de convencer el cambio directo: estos primeros ensayos están marcando que los caminos deben ser otros, distintos a los que se utilizaron el semestre pasado. Y aquí entran a tallar, nuevamente, los bandos, las bandas. Carlos Auzqui le aporta un sacrificio innegable al equipo, pero no es una solución ofensiva que contribuya de manera significativa en la elaboración: recupera más de lo que juega, por una banda (la derecha) que hoy en día, tras la lesión de Leo Jara, cuenta con un lateral mas frenético de lo recomendado, con una vehemencia que siempre es aplaudida desde la tribuna, pero que en ocasiones termina descolocando a Matías Aguirregaray (de él hablamos), a quien le cuesta el retroceso y la marca, pero sin dudas, con trabajo puede mejorar (y sino, detrás, está esperando un jugador que se bancó jugar muchos partidos del lado opuesto al que estaba acostumbrado. Mauricio Rosales le peleará el puesto al Vasco palmo a palmo). Por la izquierda la cosa no es demasiado diferente. En un año, el equipo perdió a los dos titulares de ese sector (Jonathan Silva y Joaquín Correa). No es poca cosa. El DT no tiene aun a esos reemplazos: Goñi, Delgado, Orihuela, ¿Pereira?, Gil, Barbona, puede que haya alguno más por allí, se disputarán esos dos lugares.

Como dijimos, Estudiantes tiene un tema con el medio. La situación de Román Martínez (regresa de una lesión, aun no está pleno física y futbolísticamente, sumado a estar en plena negociación contractual, cosa que puede llegar a repercutir en el ánimo del jugador) deja en evidencia que es una pieza fundamental para la creación de juego. Y es que cuando el ex Tigre esta dentro de la cancha y aporta lo suyo (pase entre líneas, precisión, conexión de piezas) se ven las mejores versiones de Estudiantes de La Plata. La partida de Correa, la actualidad de Martínez y el sostenimiento de algunos de los futbolistas ya mencionados, van explicando el cuadro de situación. Sumemos el nivel discreto de los medios centros que vienen jugando.

La clave es no abrumarse. Quien lea esto puede pensar que desde aquí hay una mirada negativa sobre el futuro del equipo. Todo lo contrario. Hay que reacomodar las piezas. Adaptarse. Analizar las variantes y decidir. Siempre decidir. Creo en Pellegrino, en sus colaboradores y en los ejecutantes. Y espero que, dentro y fuera de la cancha, busquemos ir por el camino de la reflexión, del análisis. Sin extremismos. Con trabajo, como nos enseñaron aquellos que han hecho grande a Estudiantes de La Plata.

7 abrazos!


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