“¿Qué es lo más probable? Que River pase de ronda y
juegue la semifinal. Inclusive, lo más probable, es que gane el partido que
jugarán en un rato. Porque el rendimiento así lo marca, porque los números lo
sustentan, porque de un lado hay un equipo arrollador y del otro lado un equipo
joven, con buenos jugadores, pero que le falta consolidarse.”
Y lo más probable
sucedió. Porque, generalmente, sucede. Por eso es lo más probable. Pero ¿Qué
tan lejos estuvo Estudiantes de La Plata de lograr que lo inesperado pase? No
tanto como se pensaba.
Antes de seguir
dejemos claro una cosa: esto no es un consuelo, no es un intento desesperado
por suavizar una derrota o calmar la bronca por haber perdido. De ninguna
manera. En Estudiantes de La Plata el único fin es Ganar. Ayer, Hoy, y Siempre.
Pero no analizar las derrotas, más que acercarnos al único fin nos aleja cada
vez más.
Si analizamos lo
que fue el partido, debemos reconocer un acierto en la estrategia planteada:
atacar con mucha gente y mucha intensidad, buscando esos dos goles que lo
pongan en carrera. Y los dos goles se hicieron y se pudieron haber hecho varios
más si no hubiese sido por falencias propias y méritos ajenos. El caso es que
en el fútbol existen dos arcos y Estudiantes fallo en uno: el propio. Y fallo
de la manera menos pensada: por la vía aérea. Ya en el primer partido un
jugador de 167 centímetros había cabeceado en el área chica, tras un mal cálculo
de Desabato. Ese mismo jugador empató el partido, ganándole, otra vez de
cabeza, a tres jugadores de Estudiantes. Y eso no fue todo. El tercer gol del
rival también fue de cabeza, tras un centro desde la izquierda, Funes Mori
anticipa a Shunke y liquida la serie.
Señalar con el dedo
a un jugador parece un acto de injusticia: es el equipo el que gana y el que
pierde como un todo. Pero, analizando los goles y muchas de las ocasiones de
River, debemos decir que los que no estuvieron a la altura del partido no
fueron los pibes, ellos hicieron lo que tenían que hacer, fueron al Monumental
y marcaron dos goles (tres si contamos el insólito gol que le anula Pitana a Vera). Falló la defensa, el
arquero que no ataja nunca la imposible (del otro lado Barovero tapa un
cabezazo a Auzqui que nos sirve de ejemplo para graficar lo que queremos decir),
los centrales que no tuvieron una buena serie (mal cálculo de Desabato para el
gol de Mora en La Plata, gol en contra de Shunke, foul sobre la banda y posterior
perdida de marca del ex Ferro en el tercer gol de River, regalos a Teofilo
Gutierrez y Pisculichi en el primer tiempo del jueves pasado), la concentración
en el aspecto defensivo del equipo en general en el inicio (no pueden convertir
un gol a los 40 segundos de partido).
Eso en cuanto al
partido: buena estrategia, bien ofensivamente, mal defensivamente. Errores
individuales que se han pagado con la eliminación.
Por estas horas
leemos y escuchamos infinidad de opiniones. Y es aquí donde quisiera detenerme.
Hay un gran debate que creo los hinchas de Estudiantes de La Plata nos debemos:
¿Qué hacemos ante de derrota? Es tanta la obsesión por la victoria que cuando
aparece la derrota en ocasiones dejamos cualquier tipo de construcción
reflexiva de lado. No hay nada que decir, no hay nada que hacer. ¿Se perdió?
Entonces no sirve nada de lo que se hizo, todo está mal, todo se tira a la
basura. Creo que esa no es la lectura más enriquecedora de nuestra escuela. Y
es solo una opinión, que nadie sienta que desde aquí se habla con pedantería:
todos tenemos una opinión respecto de este tema, aquí solo se enuncia una y si
hay algo que me gustaría es que podamos intercambiarlas. Volviendo al tema,
todos sabemos que lo único que importa es ganar y que nuestra escuela nos
enseña que hay que buscar la manera de ganar, sea cual fuera. Ahora, ¿eso
asegura ganar? No, definitivamente no. Simplemente porque el otro puede ser
mejor o porque uno se pude equivocar en la elección. Entonces aparece la
derrota, es decir, no se alcanzo el objetivo. Muchos hinchas elijen ubicarse en
un lugar pasional en donde no tienen la obligación de analizar absolutamente
nada, no quieren hacerlo, no les importa hacerlo y piden que lo hagan los que
cobran por ello (léase entrenadores y jugadores). Es una postura valida, qué
duda cabe. Pero tan válida como la del que quiere intentar comprender qué es lo
que está pasando, que se puede sacar de bueno para sostenerlo y que estamos
haciendo mal para mejorarlo. No porque uno pueda tomar una decisión real al
respecto, sino para sostener una opinión crítica de los pasos que se van dando,
tener a mano esa reflexión para ver si las decisiones de los que deben tomarlas
van en sintonía con las que uno cree que deberían tomarse. No se trata de jugar
al periodista, mucho menos al entrenador o jugador. Se trata de asumir un rol
de hincha que trate de identificar aciertos y errores. Siempre con la certeza
de que se persigue ganar, ninguna otra cosa que ganar. Y no tiene que ver con
querer ganar, todos queremos ganar. Como todos queremos un auto cero kilometro
o una casa con pileta. El tema es qué hacemos para conseguir lo que queremos.
Si a uno le gusta una forma de jugar y la sostiene por sobre cualquier
circunstancia quiere decir que no quiere ganar, quiere decir que quiere que su
forma gane, terminaría siendo esclavo de esa forma, seria LA forma de ganar. Le
gusta una forma de ganar.
Lo que viene ahora
es el balance. El desafío es sacar algo bueno de la derrota y algo malo de la
victoria, porque la situación opuesta es bastante más sencilla: podríamos
pasarnos horas hablando de los méritos del Campeón de la Libertadores 2009,
pero ¿cuánto podríamos decir de sus defectos? Probablemente una persona poco
instruida en el fútbol, como uno, no tendría la capacidad de ver ninguno.
El Balance no se
puede realizar enteramente en tanto todavía queda por disputar el último tramo del
torneo local. Pero si podemos decir que el semestre hasta aquí tiene una mancha
importante: la Copa Argentina. Estudiantes de La Plata quedó eliminado de la
mencionada competición a manos de un equipo de la B Nacional con mas chances de
quedarse allí que de ascender. Esa si ha sido una decepción. La participación
en la Copa Sudamericana, en cambio, deja un aire distinto. El dolor de la
eliminación deberá compartirse con la sensación de que se dio un paso adelante
en el sentido de la experiencia que han ganado una gran cantidad de jugadores
que hasta aquí no habían jugado competiciones internacionales. Eliminar a
Gimnasia y a Peñarol en el Centenario ha sido una primera muestra de que hay un
grupo de jugadores que con trabajo, experiencia y algún aporte de jerarquía que
se sume, este equipo puede seguir mejorando. La serie contra River, aunque
dolorosa, también ha dejado algunas buenas señales: cuando los jóvenes tuvieron
que aparecer, lo hicieron y convirtieron dos goles en el monumental. Eso
demuestra personalidad, carácter, eso debe ser capitalizado en el futuro. Como
mencionamos, el torneo local no ha terminado aún, pero todos sabemos que la
lucha por lograr el título ha quedado en el olvido hace un tiempo. Priorizando
las Copas, el cuerpo técnico comenzó tempranamente una rotación profunda, que
repercutió en el rendimiento y en los resultados que obtuvo el equipo en el
torneo local. Aquí hay un punto que el cuerpo técnico deberá revisar: ¿no fue
muy temprana y excesiva la rotación? ¿No atentó contra la consolidación de un
equipo base? Desde aquí, creemos que sí.
Las decisiones que
se tomen entre diciembre y febrero serán vitales. Y allí veremos si este
proceso de clara evolución del equipo continúa desarrollándose o se detiene. No
caben dudas que desde la llegada de Pellegrino, el equipo ha ido mejorando y el
punto más fuerte es la participación activa y destacada de muchos jugadores de
la casa: ese es el mayor merito de este cuerpo técnico y no es poca cosa. Habrá
que ver quienes se irán y quienes vendrán, si alguno de los refuerzos que no
han estado a la altura pueden comenzar a mejorar su rendimiento, si los pibes
siguen creciendo. Para aspirar a cosas importantes es necesario mantener la
base de este equipo e incorporar jugadores que aporten un salto de calidad, por
experiencia y jerarquía individual.
Como sea, aquí
seguiremos estando, porque amamos a Estudiantes de La Plata, y eso es eterno.
7 abrazos!
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