Primer tiempo previsiblemente complicado. Parejo. Un par de llegadas de la visita, con salvada en la línea incluida. El equipo no se volvió loco, ni mucho menos. Siguió buscando con sus armas. Sin el jugador más desequilibrante (sancionado exageradamente con dos fechas de ausencia). Y el desborde lo encontró, nuevamente, al hacedor de conquistas claves: si algo necesitaba el equipo era empatar rápido…”bueno esta bien, lo hago 4 minutos después del gol de ellos”…otra vez Gastón Fernández demostró cuán enorme puede ser una persona que no pasa el metro setenta y cinco. Nadie más que él merecía la ovación del final, los fundamentalistas de la tribuna rojiblanca ya se la debían por el heroico testazo de la fecha pasada. Luego del empate vino la vergüenza transformada en árbitro: resulta repulsivamente violenta la amarilla a Verón. Subestiman a la gente muchachos del escritorio. Amarilla porque, saliendo del circulo central, el jugador dice “dale que quiero jugar”. Insólito. “Ah querés jugar? Toma, amarilla por querer jugar”. De locos. O de muy cuerdos, calculadores y mafiosos. Aunque sinceramente prefiero perder a Sebastián ahora y no para el último partido. El que se va a quedar con las ganas es el machazo de Núñez.
Pudimos irnos ganando, si el Chavo mete el cabezazo 5 centímetros más acá o si Navarro no ataja ese fierrazo desde afuera. Pero el empate estaba bien, quedaban 45 para ganarlo.
Cuentan los pasillos del estadio quilmeño que el entretiempo fue algo inusual…llegaron los jugadores al vestuario, intercambiaron algunas ideas, escucharon a un despierto e inteligente Sabella y, justo cuando estaban por salir para jugar el segundo tiempo, una voz los frena:
: - Paren muchachos - se escuchó entré las sombras.
: - ¿Usted? – dijo Sabella sorprendido, tremendamente hipnotizado y perplejo.
: - Si pibe ¿Qué decís? Estaba durmiendo la siesta, (porque ya no estoy para mirar los partidos, me pongo muy nervioso, los años no vienen solos) y el ruso me vino a despertar…me mostró el gol de ellos: no nos pueden agarrar así pibe – más que un colega era un padre hablándole a un hijo.
: - Fue culpa mía, tendría que haberle pegado fuerte para terminar la jugada y no picarla – reconoció el de Berisso.
: - Tranquilo Leandro, el segundo tiempo es su revancha…como ustedes saben a mí me gusta la pelota parada, así que van a ganar de esa manera. Benítez, usted tiene que estar mas despierto que todos los demás…he notado que la defensa rival se desconcentra unos segundos cuando hay un tiro libre a favor nuestro, así que busque una jugada rápida para sorprender y si no puede sorprender, un centro fuerte al corazón del área, el portero de ellos no esta con la confianza como para salir a cortar. Luego hagan lo que el Señor Sabella les ha dicho, él sabe perfectamente lo que hay que hacer.
Y así fue…el Chino revirtió un primer tiempo nefasto y fue determinante para la justa, necesaria y soberbia victoria de Estudiantes de La Plata. Lo acompañaron muy bien los dos Fernández, Mercado ( de correcto, pasó a muy buen rendimiento), Rojo, el dúo dinámico…en fin, todo el equipo rindió a la altura de las circunstancias.
Restan tan solo dos partidos, dos finales para saber que pasa con este torneo. Habrá que ver si los de enfrente siguen ganando o dejan algún poroto en el camino.
De todas maneras, si seguimos recibiendo la ayuda de Don Osvaldo es afano.
7 abrazos.
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