Cuando Mauricio Pellegrino asumió
la dirección técnica de Estudiantes de La Plata trajo consigo unas cuantas
cosas.
Por ese entonces, 5 de abril de
2013, Estudiantes de La Plata compartía el último lugar de la tabla de
posiciones con San Martin de San Juan, producto de cosechar 3 puntos sobre 21
posibles.
Pellegrino traía nuevos aires,
esperanza de un futuro mejor, un colaborador importado de España, algunos otros
más conocidos, un esquema y una estrategia.
Al hablar de esquema nos
referimos a la disposición de los jugadores dentro del campo. En este caso 4
defensores, 2 mediocentros, 3 mediocampistas por delante de aquellos y un
centrodelantero (lo que en España se conoce como Ariete).
La estrategia tiene que ver con
las formas: ¿Cómo vamos a ganar el partido, teniendo en cuenta el esquema, las características
de los jugadores propios, de los rivales y algunas otras variables del
contexto? Lo que se podría simplificar como “idea”. Recordemos: Pellegrino
venía de ser entrenador del Valencia de España y, anteriormente, ayudante de
campo en el Liverpool de Inglaterra. Sería poco atinado pensar que no traería
ese tipo de ideas para La Plata. Menos tenencia, mayor juego directo, juego
agresivo por las bandas, verticalidad y presión.
El caso es que el esquema y la
idea no funcionaban del todo bien: el trabajo (destacado por muchos de los que
concurren diariamente a los entrenamientos) no se reflejaba en los resultados. El
equipo había mejorado indudablemente, pero no terminaba de acomodarse al
esquema. Aquí surge el primer cuestionamiento importante el DT “¿no se da cuenta que tiene que cambiar ese
esquema europeo?”. Desde aquí, llegué a pensar que estábamos en presencia
de un bielsista: obsesión por el trabajo y necedad en pos del sostenimiento de
un esquema y una idea. No fue así. Pellegrino cambió y las cosas mejoraron
notablemente: 4 defensores, 4 mediocampistas (dos mediocentros y dos por banda),
2 delanteros. Podríamos decir que sudamericanizó el esquema. Pero con el cambio
de esquema, lógicamente, la estrategia sufrió modificaciones: se decía que el
equipo estaba mejor parado, pero que no era incisivo, que trataba bien la
pelota sin lastimar al rival. Eso también fue cambiando, el equipo se fue
acomodando y consiguió, con el nuevo esquema, volver a ser ese equipo agresivo,
vertical y con presión que siempre quiso Pellegrino. Los resultados hablan por sí
solos: de ser último en la tabla de posiciones, con el promedio comenzando a
ser un tema de conversación, a pelear torneos locales, competir seriamente en
la Copa Sudamericana y jugar, este año, la Copa Libertadores de América.
Pellegrino podrá gustar más o menos a quien lea estas palabras, mas no podemos
negar que ha conseguido que el equipo evolucione.
La actualidad le presenta un
nuevo desafío al cordobés: el equipo perdió el rumbo, las ideas no están claras,
el esquema en jaque y el cansancio
aparece como una variable importante a tener en cuenta (para mi gusto se le da
una ponderación excesiva. El calendario es el que es, no hay que perder tiempo
en presentarlo como una excusa sino tratar de encontrarle la mejor solución. No
hay que negar que existe y que repercute en el rendimiento, pero no debe quedar
como única explicación de los malos resultados. Quizás el esquema y la
estrategia utilizada no eran adecuados para este momento del calendario). Hay
un evidente desgaste que se potencia por los malos resultados y, entonces, es
hora de decidir. Y Pellegrino decide cambiar. Y en Estudiantes de La Plata,
cambiar, es sinónimo de pragmatismo. Cambiar para mejorar. Cambiar para
encontrar aquello que no tenemos hoy, aquello que perdimos o que nunca tuvimos.
Cambiar para mejorar. Cambiar para ganar. Sostener un esquema o una estrategia
por encima de la búsqueda por la victoria es visto como una necedad innecesaria
por estos lares, no como una virtud. Acá nadie quiere morir con la suya, acá se
elige vivir con la que sea necesaria. El que entiende eso, podrá ser parte de
Estudiantes de La Plata.
Pellegrino decide cambiar: 3
defensores centrales (quizás no lo ideales para el esquema que vamos a contar,
pero son los que tiene), 2 laterales-carrileros, 3 mediocentros (uno con mas marca
que juego, otro mixto y el último con mas técnica que marca), 2 delanteros. Sin
dudas, el técnico tomó nota de los últimos partidos y vió que era necesario un
cambio. En este caso, de esquema. Veremos si la modificación del esquema,
produce una modificación de la estrategia: uno entiende que sí, que
necesariamente será así, porque no es lo mismo una dupla central conformada por
Damonte y Gil que un trío en donde aparecen Gil, Jara y Sánchez Miño. No será
lo mismo una defensa de 3 centrales que pueden fijar a los delanteros rivales
(hoy Bou y Milito) y liberar un poco más a los carrileros, que una defensa
de cuatros jugadores. Eso se verá en la
cancha. Y no solo se trata de un cambio de esquema, también cambian algunos
nombres claves y algunas posiciones también muy importantes: lo dicho, un medio
más balanceado, con Sánchez Miño cerrándose y evitando tener que jugar por la
banda izquierda (posición que hace rato pedimos que se modifique), Jara también
por el centro, en donde deberá demostrar que puede ser el mediocampista mixto
que todo equipo necesita (marca más juego), Gil de único mediocampista de
recuperación ( eran demasiado dos mediocentros de marca, mas teniendo en cuenta
el bajo nivel de Damonte {que debería hablar menos y concentrarse en
jugar más} y Gil Romero).
Ahora bien, nada de esto tiene
sentido si no hay un equipo. Y un equipo es un conjunto de individualidades
que, juntas, son más que la sumatoria de cada singularidad. El nosotros antes
que el yo. El equipo por encima de cualquier nombre. Para que cualquier esquema
y estrategia surtan efecto, es necesario el convencimiento de todos los
integrantes del equipo: Comisión Directiva, Cuerpo Técnico y Jugadores. Durante
esta semana se hablo mucho de la posible salida de Pellegrino, de la
posibilidad de que los jugadores ya no estén alineados con el Cuerpo técnico y
de una dirigencia que ya no banca al DT como antes. Declaraciones cruzadas,
algunas bastante agresivas que luego se suavizaron, actitudes dentro del campo
inentendibles (las expulsiones versus Boca) y rumores de conspiraciones en
contra del DT (las cuales muchas no son ciertas pero negar que en el fútbol
alguna vez los jugadores hicieron que un DT sea desplazado de su cargo por
falta de simpatía es cuanto menos ingenuo) hacen que uno se pregunte ¿Alcanzará? ¿Será suficiente este cambio
de esquema y estrategia para que este momento sea solo un mal recuerdo? ¿Podrá
el DT, con esta decisión, volver a convencer a sus jugadores que éste es el
camino? Los únicos que tienen esa respuesta son los jugadores, quienes deberán defender
con las piernas, la cabeza y el corazón (con el pico no sirve) al DT que los
elige.
Hablaron todos. Pellegrino
decidió. Ahora los jugadores deberán responder dentro de la cancha.
Como siempre (por favor no
perdamos nunca esto de vista) lo único que importa es que sea lo mejor para
Estudiantes de La Plata.
7 abrazos!
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