“Allí donde quiero volver
Tantas cosas se quedaron.
¿A dónde he ido a parar?
¿en que isla he naufragado?”
Mi primera vez fue de noche. Éramos mi viejo, un amigo de mi viejo (Héctor, que en paz descanse) y quien escribe. Corrían los primeros años de la década del 90, con mis escasos 5 años no podía creer lo que estaba viendo: un partido de fútbol desde el lugar de los hechos.
Me acuerdo que lo primero que me sorprendió fue que nadie relataba el partido (yo lo esperaba a Araujo y Macaya), pero solo se oían los cánticos de las hinchadas. Atónito le pregunto a mi viejo: “Papi, ¿no lo relatan el partido?”. Obviamente fui el blanco de las más variadas risotadas por parte de mi viejo y el amigo.
Luego el partido. Era fascinante todo lo que veía: la gente, las canciones, la noche que hacia las veces de escenografía bélica, los jugadores (seres angelados para mí en ese momento). Desde ese día puedo decir que el amor es eterno…y eso que fue empate: si señores, el día que elegí estos colores Estudiantes de La Plata empato cero a cero con Boca, y la figura fue nuestro arquero Marcelo Yorno. Si eso no es amor, entonces el amor donde esta. ¿Qué purrete de 5 pirulos se hace hincha de un equipo que empata de local cero a cero? Pues yo…
Desde aquella noche “ir a la cancha” era lo más importante en mi vida. Si el partido empezaba a las ya a las 12 mi viejo tenía los que te dije hinchados de tanto que le insistía para que vayamos temprano: por supuesto luego de una serie sistemática de ruegos accedía y nos íbamos para la cancha, nuestra cancha…me acuerdo que siempre tenía miedo de quedarme sin entradas (que la sacábamos en ese momento cuando estábamos por entrar) y que mi viejo no me podía hacer entender que siempre éramos los mismos (era la década del noventa, memoria a algunos que la han olvidado).
Estacionábamos siempre en el mismo lugar, en 51, entre 1 y 2. Al flaco que cuidaba ahí mi viejo lo conocía, entonces se lo dejábamos a él. En el trayecto hasta las boleterías tenía la misión de convencer a mi viejo para que compre el tan famoso pase a tribuna, y así, poder estar del lado de 55: a mi siempre me gustó ir casi en el medio, debajo del cartel “Edgardo Valente” y a mi viejo le gustaba ir sobre 115 pero como siempre estaba hasta las muelas esa parte terminábamos donde me gustaba…igual si el partido era jodido nos poníamos sobre calle 1 o en la ochava.
Anécdotas tengo millones: recuerdo una vez que íbamos caminando y un tipo grande me para y me da un paquete de semillitas (tenia 4, seguramente aprovechó la promo) “toma pibe, te lo ganaste por ser inteligente y elegir ser de Estudiantes”…imaginen mi cara! No pasaba por el portón de la entrada! Un verdadero crack el tipo.
Otra vuelta, sobre la tribuna de calle 1, me trataron de pichón de Bilardo…es que yo veía que a un defensor de nosotros le estaban ganando la espalda y le grite todo el partido. Uno de esos tipos que saben cuando decir lo que quieren decir para que toda la tribuna lo escuche dijo “ acá tenemos al pichón de Bilardo”…todos se rieron, para mi fue un halago.
Muchas más historias viví y sufrí en nuestra casa…imposible olvidar las previas en el patio, ahí cerca del buffet: ahí veías a los jugadores calentar, los tenías a metros, y alguna vez hasta conseguías alguna firma y todo.
Hoy la realidad nos muestra la nada…los tablones no están más, el Buffett es historia, la techada parte de un glorioso e inolvidable pasado que nos obliga a redoblar la apuesta y luchar por lo que Estudiantes de La Plata merece: volver a su casa.
Todos, desde nuestro lugar debemos pelear porque se haga realidad.
7 Abrazos!
Que lindo relato, veo que somos de la misma edad, vivimos prácticamente lo mismo, mi viejo me llevó de muy chico también. Nos tocó, quizás con las década del 50, la peor futbolísticamente hablando. Pero era hermoso esperar a que llegue el domingo para ir a estar sobre el tablón, mirar a los costados y saludar a todos, porque todos ya teníamos nuestro lugar en nuestra casa...
ResponderBorrarMe acuerdo que mi tío me contaba de las glorias de los 60's, yo no entendía nada, ni me daba cuenta lo que era ser campeón del mundo a esa edad y viendo que mi equipo jugaba en el Nacional B jeje.
Tenemos la suerte de haber vivido las malas y poder disfrutar aún más las buenas, y que nuestros viejos nos hayan inculcado estos colores.
Te felicito por el blog, se que es de mucho esfuerzo mantenerlo, pero a la vez es lindo. Te espero por el mío http://mazypincha.blogspot.com/
Un abrazo!